En los años 90, un grupo de buzos que inspeccionaba las frías aguas del mar Báltico encontraron los restos del Jönköping, una embarcación sueca hundida por un submarino alemán en 1916. Dentro de él, para su sorpresa, encontraron miles de botellas de champán Heidsieck de 1907. Durante más de ocho décadas, las botellas permanecieron en el lecho marino, protegidas de las temperaturas y rodeadas de oscuridad. Las imágenes del descubrimiento pronto salieron a la luz y el buceador Borja Saracho, logró alquilar en la bahía de Plentzia, 500 metros cuadrados de fondo marino en el que diseñó un espacio donde guardar las botellas. Por supuesto que pronto las bodegas del país comenzaron a enviarle sus productos para que pudiera sumergirlos en el mar.
Las botellas se sumergen en la profundidad durante, al menos, seis meses. Las condiciones ofrecidas por el mar para el óptimo envejecimiento de algunos tipos de vino son: la temperatura y la presión del agua, ya que son relativamente…
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