Este ha sido un año difícil, muy difícil. Como bien sabemos, el impacto del COVID 19 nos trastornó la vida, nos confinó, nos asustó, nos alejó de nuestros lugares de trabajo habituales y también nos aisló de familiares y amigos.

Obviamente nuestras instituciones apadrinadas suspendieron sus actividades y lo más preocupante fue saber que los niños quedaron sin la red de contención más importante: la escuela, lugar donde no solo aprenden Matemática, Lengua o Historia, sino donde reciben su alimento ‒y en muchos casos duermen‒ durante la semana.

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