No hay ningún licor tradicional en toda Europa que haya experimentado un auge tan espectacular como la Grapa. De aguardiente de orujo poco refinado, con el que los campesinos de las regiones alpinas y pre-alpinas italianas hacían pasar el frío y despertaban los espíritus vitales, pasó a ser un licor noble en botellas de diseño que colma los carritos de digestivos de los mejores restaurantes. Nadie sabe exactamente cuando empezó a destilarse este orujo, pero en 1451, en el Friul, un tal Enrico legó a sus herederos en el testamento un agua de la vida, precisando que se trataba de grape. Este término proviene tanto de rapus o rape, que significa “uva”, como de graspa, “uva exprimida”…

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