Cuando un loco visionario compró un viejo albergue en 1855 no imaginó que daría vida a un deporte único y al centro por excelencia de los deportes de invierno.

Pensar en St. Moritz es volar alto. Los visitantes lo hacen literalmente en las prácticas tradicionales de los deportes de enero, recurriendo a las mejores pistas de Europa, sitio donde se reúne la crema y nata de las dinastías del mundo, las reales por alcurnia histórica y también las otras, provenientes de las más grandes fortunas del planeta…

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