Italia es conocida por su historia, su comida, su arte y también sus vinos. La variedad tinta Lambrusco es, quizás, el Malbec de los itálicos. Ha pasado por muchos estadios y todos ellos han dado que hablar pero, en líneas generales, se puede decir que es un vino tinto, espumante, fresco, seco, oriundo de la Emilia-Romagna y de la cual, en Módena, se hace un culto. Es un vino que conquista, que recuerda lo más simple de la vida, es fácil de beber, versátil y representa a piejuntillas la tierra de la que viene y a su gente porque tiene una extraña mezcla de originalidad, cordialidad, generosidad, pureza y franqueza…

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